Vino y arte

Un buen vino es como una obra de arte. Expresa una visión del mundo, la de la bodega. Al visitar Pagos de Aráiz -situada a las afueras de Olite, la capital de la D.O. Navarra-, vino y arte se fusionan no solo en cada botella, sino también en sus pasillos y paredes. La bodega atesora una colección de obras de arte que incluye desde un cuadro de Miquel Barceló a una colección de estatuas de Apóstoles del siglo XVI.

Sin embargo, sus verdaderas obras de arte son los viñedos, tan cuidados como las piezas de colección. De sus cepas nace uno de mis vinos preferidos, el crianza Pagos de Aráiz (2011), elaborado con las variedades Merlot, Tempranillo y Sirah. Su color intenso rojo picota y la intensidad de sus aromas adelantan lo que el paladar confirma. Es un vino con cuerpo, al que la crianza en barrica no le ha restado frescura ni juventud. Es como si el enólogo hubiera conseguido condensar, en una misma botella, la fortaleza de la piedra en la que están esculpidos los Apóstoles, y la libertad expresiva del arte contemporáneo o de la técnica de Barceló.

En el diseño cuidado y limpio de su botella, destaca el logotipo de la bodega: una “P” y una “A” entrelazadas, trazadas con un pincel fino, y plasmadas en una tipografía plana al estilo oriental. No sorprende que, entre las muchas actividades de enoturismo que ofrecen, se encuentren ejercicios de Tai Chi en su terraza japonesa, desde la que se disfruta una vista relajante de los viñedos. También merece una visita por su cata de vinos maridados con distintos tipos de chocolate. Toda una tentación para los sentidos.

Y qué decir del maridaje del tinto crianza con un queso de la D.O. Idiazábal o del Roncal, también productos de la gastronomía navarra. No hay mejor aperitivo.

Marianninck, una francesa de Burdeos afincada en Navarra, atiende con simpatía las visitas. Antes de la vendimia, el pasado mes de septiembre, mi mujer y yo la acompañamos por los viñedos para comprobar el nivel de azúcar en los granos de las diferentes variedades. Y después, pasamos a la sala de elaboración y fermentación, donde pudimos probar un mosto tinto riquísimo, directamente extraído del tanque, antes de que comenzara ese proceso mágico por el cual el azúcar se transforma en alcohol. Salud.

@winetemptation